Considerado antiguamente como “la carne del pobre” el garbanzo es un producto bastante económico y de una gran riqueza en lo que a aportes nutricionales se refiere. Es una fuente de proteínas vegetales (20%) e hidratos de carbono complejos (48%) además de contener abundante fibra (9,5%) y magnesio, el cual protege al organismo contra el estrés, y está comprobado que ayuda a aliviar los dolores producidos por las úlceras pépticas y duodenales. Por otra parte, su consumo habitual ayuda a reducir el colesterol, lo que lo hace un alimento recomendado para la prevención de enfermedades cardiovasculares.
Los garbanzos pueden comerse cocidos, tostados, fritos e incluso en forma de harina. No puede faltar en la dieta mediterránea si bien también es muy popular en las cocinas árabes y asiática. Si los complementas con cereales como el arroz o el maíz conseguirás un plato completo, energético y 100% saludable.
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