El 21 de marzo comienza la primavera, y este año 2008 es muy curioso que también coincide con el Viernes Santo. Se oyen comentarios sobre porqué este año ha llegado tan temprano la Semana Santa; pues bien, como ya he comentado en otros posts, la mayor parte de las fiestas católicas son intentos de cristianizar fiestas paganas, y en este caso no es menos. Según los cánones eclesiásticos, el domingo de Resurección, la Pascua, tiene que coincidir con el primer domingo tras la primera luna llena del equinoccio de primavera. Y eso este año sucede dos días después del equinoccio.
También alguna de las delicias gastronómicas propias de semana Santa tiene un orígen prístino y pagano: los famosos huevos de Pascua. Y eso en dos sentidos. Uno puramente astronómico natural: si la primavera es el renacimiento de la tierra tras el invierno, ¿qué mejor símbolo de renacimiento que el huevo? Pero además, según la teogonía ancestral, la diosa de esta época es Ostara o Eostre, la Perséfone griega o Proserpina romana, que solía hallarse vinculada en sus representaciones ¿a qué objeto natural? Efectivamente, al huevo, símbolo de su inagotable fecundidad. Con ella llegaba el color de las flores en el campo y el reverdecer de los árboles del bosque, y por eso se pintaban con vistosos colorines los huevos que se colocaban en su altar.
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