El informe "Por un bocadito de carne..." ("For a mouthful of meat...", texto completo en inglés en http://www.vegetarismus.ch/heft/98-2/schlacht-en.htm) de la
veterinaria Christiane M. Haupt sobre sus vivencias en la industria animal
normal, donde realizó sus prácticas de estudiante, nos permiten hacernos una
idea bastante clara. Aquí se ofrece el texto traducido sin abreviar. A continuación, un fragmento:
[...]
"Comer carne es un
crímen. Ninguna persona que coma carne podrá volver jamás a ser mi amigo.
Jamás. Nunca jamás. Pienso que a todos los que comen carne habría que mandarlos
aquí, todos deberían verlo, desde el principio hasta el final. El filete del
supermercado, en su paquete estéril, ya no tiene ojos inundados de puro miedo a
la muerte, este filete ya no grita.
Me voy sin volver la
vista atrás, ahora he sido testigo y quiero tratar de olvidar para poder seguir
viviendo. Que luchen los demás; a mí me han quitados las ganas en este lugar,
la voluntad, la alegría de vivir, y las han cambiado por culpa y paralizante
tristeza. El infierno está entre nosotros, multiplicado por miles, día a día.
Pero aún hay una cosa que podemos hacer cada uno de nosotros: Decir que no.
¡No, no y no!" (Fin del informe de la veterinaria Christiane Haupt)
El prestigioso autor y
psicólogo Dr. Helmut Kaplan hace referencia, en su artículo “Traición a los
animales” (“Verrat an den Tieren”, texto completo en alemán en
http://www.tierrechte-kaplan.org/kompendium/a214.htm) al informe de Christiane
Haupt sobre el matadero. A continuación un extracto:
“’Un vídeo de doce
minutos del año 2001 acerca de la vida normal en un matadero nos muestra muy
claramente que Christiane Haupt no dió con un matadero especialmente malo y en
un época poco propicia. El video no se filmó por medio de la ‘cámara oculta’,
sino con una cita de rodaje aprobada oficialmente en un matadero certificado
por la Unión Europea de la región colindante entre la Alta Austria y Baviera.’
En realidad las leyes
mundiales de “protección animal” no son más que leyes de “utilización animal”,
bajo las cuales los animales sufren extremadamente y sólo sirven para legalizar
la brutal explotación de los animales.
Por cierto, que también
las vacas lecheras y las gallinas ponedoras son matadas en los mismos mataderos
una vez que están agotadas y no se puede sacar más provecho de ellas. Por eso
no existe en definitiva ninguna diferencia ética entre el consumo de carne,
leche y huevos.
Cada consumidor decide
cada día en el mostrador de la tienda si quiere apoyar, al comprar productos
animales, el seguir con esta brutal explotación, la tortura sin piedad y la
muerte de los animales.
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