24.10.10

Asfalto, cemento y hormigón


Poco hay tan desolador como andar a pleno sol por un descampado de asfalto, cemento y hormigón. Una de esas zonas edificadas con que tanto gusta a arquitectos y constructores obsequiarnos hoy en día. El sentimiento de vastitud, de desolación, de falta de cobijo, me hace sentir como un orangután en su selva deforestada... Sin un sólo arbol, con su maravillosa sombra, donde amarrar tu creciente desasosiego... sin cobijo... sin contornos que contengan tu alma desparramada, deshilachada... sin donde reposar el peso de tu abrumamiento... de no más que calor abrasadora refractándose en el suelo y edificios feísimos en serie. ¡Y esos balcones como pajareras...! ¡Esos amasijos de hierro! ¡Esa escala de colores negro y gris! ¿Acaso quieren inducir al ser humano a estados de depresión, locura e indefensión insospechados...?

Un hábitat nos cuenta el modo de vida de las especies que allí habitan. Las ciudades, con sus bloques hormigueros, sus humos y sus ritmos desnaturalizados, hablan a voces de un estilo de vida alienado y estresante cuyos efectos en los seres vivos que las habitan, por obligación o por desensibilización, hace tiempo que se han hecho patentes en forma de transtornos psicosomáticos y enfermedades desconocidas hasta hace relativamente pocos años. Nuestros cachorros humanos se medican para la hiperactividad, nuestra juventud ha nacido más allá de los límites de aquella otra, decandente en su época. Los adultos necesitan terapias de reiki, desconectar en un balneario cada tres meses o clases de yoga tres días a la semana para sobrellevar su día a día sin volverse locos del todo. Y a los mayores, venerados como líderes espirituales y fuentes de sabiduría antropológicamente en las tribus de la mayoría de culturas, se les relega, como pasas secas, porque ya no "sirven" para nada, y encima su lentitud  y su irritante necesidad por los detalles pequeños nos suponen un obstáculo para nuestro frenético ritmo de vida...

¡Párate! Abre tus puños y contempla qué has recogido hasta ahora por el camino... porque eso es lo que heredarás de ti mismo el día de mañana. ¿Cuántos momentos, espacios y silencios has atesorado de veras, piedras preciosísimas en el tiempo de tu andanza por tu vida? ¿Estás disfrutando el paseo que querías, uno tranquilo, pleno y de libre albedrío?... Concéntrate y dirige siempre tus pasos en pos de tu verdadero yo. Nunca es tarde para iniciar tu dulce revolución.



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