19.6.12

La fábula del zorrito colorado (Una amistad inolvidable)


El zorrito quería a aquella niña de alegres vestidos de flores que había ido adentrándose en el bosque y ganando su confianza. Por querer a la niña, el zorrito estaba dispuesto a asomar en la espesura del bosque, a llegar incluso hasta el límite del bosque con la ciudad. Pero llegar hasta allí supondría perder determinación, experimentar el efecto de unas emanaciones nocivas, esto es, de unas filosofías psicológicas antagónicas a la suya, y lo que es peor, que lejos de ofrecer el máximo apoyo a su alma y su vida creativa (instintos sanos e intactos), pretenden calcificar, capturar, aplastar, quemar su alegría salvaje y confinar al zorrito al vacío de la pérdida de los ciclos naturales y de lo que tendría que darse naturalmente y que no se da entonces en absoluto o sólo se producirá después de "demasiados tirones y sacudidas, explicaciones racionales y luchas consigo mism(o)" (Pinkola-Estés) para desprenderse del charco psíquico de pegamento donde habrá quedado atrapado.
La niña quería ponerle un lazo al cuello y llevarlo a su casa. El problema era si la niña quería realmente al zorrito. Porque querer es siempre respetar primero, querer sobre todo lo que es el otro, y querer entonces por encima, a pesar y más allá de nuestras propias expectativas y anhelos. El zorrito estaba cediendo de sí, accediendo a ser "domesticado", es decir, a doblegarse demasiado a la manera en que ven el mundo los demás, en perjuicio de su individuación, su propio impulso de desarrollo, su fuego de la vida y su vida vibrante, moviendo de sitio sus huesos espirituales por seguir a la niña de los pasadores en el pelo... pero no había atisbo de interés en que no fuera así, y sí todo lo contrario; ni siquiera se planteaba ella hallar un punto intermedio mejor también para el zorrito, que no provocara una reducción de su vida, un debilitamiento de su visión y un empalidecimiento del alma.

Sólo su instinto acudió al rescate en ese momento. Cuando el amor es una cárcel, es una trampa.

Pink Fox, Pixie Campbell.


Le Renard et l'Enfant, 2007.

No hay comentarios:

Publicar un comentario