Él sería lo último que haría.
Yo sería lo último que hubiera hecho.
Pero a veces los hombres
hacemos de primeras
justo aquello que se espera de nosotros
tan sólo en último término.
Porque, aunque no queramos,
somos seres de pasiones
y, pese a lo que digamos,
acabamos siempre adaptando nuestros proyectos
¡tan grandes, uy! ¡tan perfectos!
a nuestros sueños personales.
Y no hay nada de malo en ello,
porque vivir no es vivir
si se vive con el corazón en un brete.
Y que no hay caminos
dijo un poeta
sólo estelas en la mar.
Samanta. Después de las brasas... no viene el silencio. invierno 1995/ primavera 1996.
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