29.6.12

Epístola desde la luna


Para los que aún no comprenden los motivos.


"Algo se ha roto en mi interior... Tengo miedo de herir a alguien si se acerca demasiado." (Joanna Tropolle)

Y no. Se acabó el tiempo en que viví de palabras. De hecho, se ha agotado mi tiempo aquí. Lo siento así. Y por primera vez me importa un bledo lo que tú o tú podáis pensar de mí en adelante (igualmente, ya lo hicistéis antes).
¡Y no, no queráis detenerme!, porque esta vez quiero perderme para siempre en el laberinto tremendo y salvaje de todos estos sueños que tanto ha dolido sentirlos tan cerca todos estos años. Esta vez voy a meter el pie a través de la almohada, por fin. Y es que no quiero tener que ver más que con hechos, porque son los hechos los que matan, y no te salvan un par de versos por muy bellos. Otras cosas aún más bellas igualmente lo intentaron antes. Y no pudieron con un corazón que pesaba como un muerto, allá ahogado en un charco.
¡Y no, no pretendáis seguirme! Ni siquiera tú lo intentes, porque no sirve el amor para esto. Hace falta mucho más, no me atrevo a decir cuánto más. Sólo diré que no hay que tener miedo a sentir el alma desnuda a merced del aire...
Y es que ya he visto demasiado. No, no sabéis.
Hay cosas muy gordas,
            que quitan las ganas de seguir viviendo
            con la risa entre los dientes,
            que revientan, en suma, el pecho
            como revienta un palo santo machucho.
                    Ya me he roto el corazón antes de salir
            por la puerta. Ya me llevo la ilusión muerta
            entre mis cosas. Ya me llevo podridas otras tantas,
            tan bellas, en el tazón de las mentiras.
                    Ya he dejado en la otra orilla
unos versos vueltos egoístas conmigo viendo que no les quería como antes. Como antes de no conmoverme viendo cómo les quemaba por dentro el llanto que aguantaban. Si no quieren venir, que no vengan. No daré media vuelta para arrojarme a sus pies a confesarles que me duele lo indecible marchar sin ellos
(lo mismo es que salvarme media yo).
Me lo callaré. Se callarán el susto
de ver avanzar hacia ellos la grieta tremenda que la pena nos abrió en el corazón. No me vuelvo.
Sólo rezo. Rezo como un fanático, rezo con el dolor en la cara, rezo mientras corro salpicándome de barro,
mientras noto cómo el cuchillo del viento me vuelve a hacer sangrar todas las heridas
que habían empezado a sanar, rezo tan a gritos que hasta Dios se hace de cruces en el cielo,
para que hasta ellos lleguen las pocas fuerzas que me quedan
y toda la fuerza intacta de mi rebeldía,
y puedan aferrarse a sus bordes,
y yo pueda volver a verlos algún día.
Voy a vadear el infierno aunque sea a dos palmos del suelo
con el corazón atado al dedo como un globo.
Nos vamos viento en popa a todo gas de todo esto.
Por el borde, sigo viendo al resto de la humanidad descastada y reacia y dando gritos que no suenan a nada,
corriendo como perdidos por la azotea del mecano que se han construído y desde el que, a estas alturas,
miran lo que hago como raro y loco.

16 de junio de 1996.

Después de las brasas... no viene el silencio, invierno 1995- primavera 1996.


Me costó que la Mente se pusiera al fin de nuestro lado, el del Alma y el Corazón (mi amigo M-A-C), y entendiera nuestros motivos. Al fin la convencimos para que se subiera al bote y zarpar juntos en busca de un mundo nuevo, partir en pos de nuestra libertad, remar, bogar más allá del sol poniente hacia un futuro incierto, bueno, un porvenir necio y loco, es verdad, pero a veces más vale un infierno por venir que un cielo hecho infierno. Que vivir no es vivir si se vive con el corazón en un brete.

Tenemos una nueva carta en la baraja. Además de La Razón, ahora está también La Justicia. ¿Y yo quién soy, me pregunto, en medio de eso, oh Yo, oh Vida? Respuesta:
la que toma partido, la que marca territorio, la que toma decisiones, la fiera, la peligrosa, la que es fácil vender como a un pescado. ¡La Mujer Salvaje! La Bruja.

29 de junio de 2012.

La Llamada del Hogar, otoño 2010- verano 2012.


Me reafirmo. Y todo esto se lo dedico a El que entiende los motivos, porque son los mismos, Mi Mago, que sé que se sentirá orgulloso.

19.6.12

La fábula del zorrito colorado (Una amistad inolvidable)


El zorrito quería a aquella niña de alegres vestidos de flores que había ido adentrándose en el bosque y ganando su confianza. Por querer a la niña, el zorrito estaba dispuesto a asomar en la espesura del bosque, a llegar incluso hasta el límite del bosque con la ciudad. Pero llegar hasta allí supondría perder determinación, experimentar el efecto de unas emanaciones nocivas, esto es, de unas filosofías psicológicas antagónicas a la suya, y lo que es peor, que lejos de ofrecer el máximo apoyo a su alma y su vida creativa (instintos sanos e intactos), pretenden calcificar, capturar, aplastar, quemar su alegría salvaje y confinar al zorrito al vacío de la pérdida de los ciclos naturales y de lo que tendría que darse naturalmente y que no se da entonces en absoluto o sólo se producirá después de "demasiados tirones y sacudidas, explicaciones racionales y luchas consigo mism(o)" (Pinkola-Estés) para desprenderse del charco psíquico de pegamento donde habrá quedado atrapado.
La niña quería ponerle un lazo al cuello y llevarlo a su casa. El problema era si la niña quería realmente al zorrito. Porque querer es siempre respetar primero, querer sobre todo lo que es el otro, y querer entonces por encima, a pesar y más allá de nuestras propias expectativas y anhelos. El zorrito estaba cediendo de sí, accediendo a ser "domesticado", es decir, a doblegarse demasiado a la manera en que ven el mundo los demás, en perjuicio de su individuación, su propio impulso de desarrollo, su fuego de la vida y su vida vibrante, moviendo de sitio sus huesos espirituales por seguir a la niña de los pasadores en el pelo... pero no había atisbo de interés en que no fuera así, y sí todo lo contrario; ni siquiera se planteaba ella hallar un punto intermedio mejor también para el zorrito, que no provocara una reducción de su vida, un debilitamiento de su visión y un empalidecimiento del alma.

Sólo su instinto acudió al rescate en ese momento. Cuando el amor es una cárcel, es una trampa.

Pink Fox, Pixie Campbell.


Le Renard et l'Enfant, 2007.